paco roca - arrugas (astiberri, 2007)
He llegado a casa hace un rato. Hoy día de navidad he dejado colgadas a mi madre, mi hermana, mi abuela materna y mis padrinos con su fantabulosa comida navideña, su estupenda casa, la alegría del doctorado cum laude de Enara, la alegría contagiosa de los niños, un menú delicatessen, seguramente una sobremesa con alguna peli en un sillón disfrutando de la cara alegre de la vida. He huido de eso en favor de una comida en la residencia dónde vive mi abuela paterna, Ave.
Allí la comida la servían a la una y media –langostinos, carne asada con patatas, brazo de gitano, nueces, sidra y café-, nos sentamos en una mesa con Manuel y Josefa, dentro de un comedor en el que repartidos en mesas de 4 estaríamos unos 50 sinfamilia, Raule & Roger, en la historia "mundo hermético" del comic cabos sueltos (Ed. Amaníaco) describían las residencias como mundos herméticos dónde la vejez desprendía un olor mezcla de naftalina y medicamentos. No podría precisar el olor exactamente, tristeza seguramente, opté por comer allí porque el sábado tras ir a visitarla con mis hermanas tras un montón de tiempo sin hacerlo, una frase suya se me clavó en el pecho “nuestra mejor medicina sería la muerte” frase que mi cerebro aún no ha conseguido procesar.
Sería absurdo narrar la escena, es bastante fácil imaginar lo profundamente triste que puede resultar terminar los años de tu vida encerrado en una prisión a la que tus hijos te abandonan por no querer hacerse cargo de ti, esos mismo hijos a los que tuviste que alimentar durante toda su vida. Un comedor en el que la navidad no significa absolutamente nada, ¿de dónde rescata uno la ilusión allí dentro?, viendo las caras uno entiende lo afortunado que puede ser en el ahora al mismo tiempo que debería reflexionar acerca de lo que podría depararle el después. Porque créanme, no hay nada más cruel que una residencia por mucho que les puedan contar acerca de las hipotéticas ventajas. Un anciano es un niño sí, pero un niño que sabe lo que es no serlo y no sabe por qué lo es ahora, un niño que no espera el paso de los días estimulado por las posibilidades que ofrece el crecimiento, un anciano es un niño al que los juguetes ya no le divierten, un anciano es un niño que no come la verdura porque es ¡¡puaj!!, no come porque además de no tener ganas, no puede diferenciar el sabor de los langostinos que hoy les han servido. Un anciano, en definitiva, es un preso condenado a muerte que espera resignado el día de una ejecución que nadie sabe precisar, en todo caso los estímulos pasan por aceptar que el lugar de uno ya no es este mundo sino el otro. Una reflexión que se madura tras consumir un millón de horas a solas en un sillón esperando que llegue la hora del desayuno, la comida o la cena, una reflexión que se adivina igual de apetitosa que una sopa de alfileres. La vejez es el cartel de un ascensor que pone “Por el bien de todos, Prohibido Escupir”.
Vaya, quería no describirlo pero he terminado haciéndolo, ¿Por qué? Pues porque a pesar del anterior párrafo Manuel tras terminar el café, me contó que tiene un nieto que también vive en Vigo, concretamente en la calle Anduriña tras la estación de trenes, porque Josefa guardó los langostinos que no comimos en una servilleta para repetir marisco en la cena, porque Basilio a pesar de arrastrarse y tener que sufrir dos avisos para bajar al comedor allí estaba con una media sonrisa, porque Flora me contó en el ascensor que había sido ella la que escribió nuestros nombres en las cajas de bombones que nos regaló mi abuela. En definitiva, porque a pesar de la sobredosis de horror que les acompaña, en sus caras todavía hay un hueco para las sonrisas.
"Mundo hermético" termina así “Cuántas historias dolorosas encerradas en aquel lugar, y qué poco pesan sobre nuestras conciencias”. Por favor, si pueden, aten los cabos, gracias.
Recupero esta entrada del año pasado de un diario que hoy debería contar que mi abuela ya no está en ésa residencia, ahora está en otra residencia pero asistida. Asistida porque el alzheimer se ha llevado por delante toda su vida dejando sólo pequeños fragmentos que se cuelan en conversaciones con más o menos sentido. En “arrugas” Paco Roca habla de una de estas residencias, con más poesía de la que en realidad existe pero con muchísimo cariño. Porque describir el abismo del alzheimer no es nada fácil si te toca vivirlo, palparlo de cerca y sentirlo. Porque la vida si has sido criado por tus abuelas es completamente diferente, ese prisma condiciona mil actitudes, mil movimientos, mil sensaciones. El viernes mi abuela me contaba que los preparativos para la boda ya estaban listos, que las últimas invitaciones para la tía Sara y Pura ya habían llegado y que si no me importaba dejarles un poco de dinero para que pudiesen ir arregladas porque ellas no tenían. Le dije que no se preocupase, que ya me encargaba yo. Lejos de molestarme ser confundido con mi abuelo me alegro ya que en vida no pude conocerlo y ahora estoy adivinando cómo era su forma de ser. Le doy mil besos, apago la luz y cuando estoy saliendo por la puerta me pregunta si soy feliz, le contesto con rotundidad “¡claro!, ¿acaso no me ves?”. En el ascensor mientras pulso el cero me viene a la cabeza un fragmento de Ña y Bel:
[…] Creo que estar triste es tener el convencimiento de que las cosas son más de lo que parecen, que esconden siempre otra vida. Una vida que, sin embargo, nunca podremos alcanzar. […]
5 comments:
¿Sabes? Llevaba tiempo detrás de él. Estaba de los primeros en todos los tops ('jate). Me lo compré el otro día y ayer me lo estaba leyendo... Y de repente la página centrá está pegada, pero pegada en plan que se rompe si lo despegas.
Tengo que ir a que me lo cambién (como si fuese un pantalón!)
Eso sí... Lo poco que leí, impresionante.
lo has clavado!, impresionante es la palabra que mejor lo define.
Joder, se me han saltado las lágrimas... Un post magnífico.
Acabo de descubrir vuestro blog; llegué por casualidad, buscando algo de Lili de la Mora. Lo que llevo leído/oído me ha encantado.
Saludos!
hola y bienvenido! será un placer leerte por aquí.
saludos!
Rafa, hoy leo este post precioso.
Gracias por compartir ésto. Aunque una de mis "inquietudes" o algo asi, es demostrarme a mi misma que existiran cosas universalmente buenas de la vejez, por mucho que se hayan empeñado mis abuelos en decirme lo contrario.
yo siempre les reñí "menudo ejemplo me das para cuando llegue yo a ser viejita como tu!"
...
Post a Comment