"I think I could settle into the world of Tricorn and Queue for a nice
long winter nap. everything here is washed out in this mystical pink fog. this is pure aesthetic escapism. this is a deep river of milky
neon haze. this is the wallpaper in a baby's room coming to life. this
is the the soundtrack to a slow motion film about waterways~ complete
with artificial field recordings and burnt out technicolor visuals. this
is the perfect aural accompaniment to the visual art of Jeffry Astin ~drenched in those same strange colors
from worn out 1970's picture books. It's hard to separate the sounds from the listening experience. I feel
warm and comforted. I feel like a kid
again. I feel like I'm floating. what more do I need to say? this is
beyond essential listening for anyone with an interest in unique analog
drone music that is creating a new space for itself." foxy digitalis
las cintas minerales son aquéllas que al escucharlas tienes la sensación de estar en la playa una mañana de invierno fría y lluviosa, esa placidez terapéutica después de haber sobrevivido a un fin de año cualquiera y levantarte temprano y poder respirar al fin en tu playa vacía favorita. esas cintas llenas de vida y tacto arenoso que reflejan espacios abiertos y que, como decía Tiptree acerca de Western Standards, huelen más a mar que un puñado de algas. pero lo más importante, esas cintas de sonido imperfecto, destartalado, con aparente desatino y errores sutiles, que crean adicción y encajarían como un guante en Mineral Tapes, y que en el pasado editó Stunned, sello al que nunca dejaremos de echar de menos. sirvan estas palabras para reivindicar la
preciosísima música del nunca suficientemente reivindicado Jeffry Astin, quien tiene ya demasiadas cintas
como para decir que ésta es la mejor, pero...casi casi.
en la canción número seis de 'continual passage' puedes oir el viento camuflado entre ruidos crujientes y minerales. bucles, drones suavísimos y delicados, círculos, el raca raca de palos que se rozan, grabaciones de campo, silbidos, cristalitos, humedad. un clima deliciosamente expresivo y crujiente que me ayuda a no echar tanto de menos a Reedbeds. ya han pasado muchos años desde su edición, pero pocos discos, cintas, vinilos suenan, fluyen, saben tan arenosos, abstractos y relajantes como la canción número cinco, bueno, en realidad como cualquier microsonido o sustrato de sonido emitido por Tricorn and Queue. parece imposible estar involucrado en tantos
proyectos distintos y ser todos maravillosos porque lo de Xiphiidae,
como bien sabe Aguirre, tampoco es de este mundo. Jeffry Astin practica un lo-fi flotante sin igual y moldea y retuerce todo tipo de notas y texturas como sólo sabe hacerlo Carter Mullin. me acuerdo también de Josh Burke (entre los tres se llevan la palma al sonido mineral), del vaivén incensante de unos sonidos que nunca sabré si son guitarras o teclados, muy, muy rudimentarios. sin ser field recordings, es la naturaleza hecha música, poner un micro en el interior de una cueva, sentir cómo la marea arrastra la arena mojada cual mercurio bajo tus pies. en fin, la cristalización definitiva de lo cálido y lo orgánico y de, con apenas nada, conseguir hacer mucho. como siempre, dura un suspiro pero, como siempre, lo bueno si breve (y lo-fi) dos veces bueno.
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