“Es un fantástico ejercicio para la mente dibujar paisajes sin una referencia real, bosques que solamente se encuentran en nuestra cabeza y que se construyen como un fractal, por piezas que al final parecen encajar como en la vida misma. Además de ser una actividad enormemente placentera. Quizás sea una forma de viajar a esos lugares en los que realmente me gustaría estar. “. Así habla
Mortimer (Antonio en el mundo real) del engranaje que alimenta el proceso creativo de su obra. Despertar, estimular, arrebatar, eso es lo que consiguen los dibujos de
Mortimer; lugares que a todos nos gustaría visitar y personajes a los que uno desearía parecerse porque es verlos, y sentir que algo muy nuestro patalea y sonríe por dentro. Que Mortimer sea cada vez un poquito menos
little known genious se debe al mundo virtual. Páginas como flickr (a la fotografía e ilustración lo que myspace a la música) permiten conocer la obra de artistas que como él, consiguen exteriorizar todo eso que llevan dentro y que tantas ganas tiene de salir y dejarse conocer.
Dentro del
arhant (uno de los principales conceptos budistas que hace referencia a aquellos que gracias a las enseñanzas de Buddha han alcanzado la meta a la cuál él conduce: la sabiduría y la liberación) hay un aforismo que convierte en palabras la primera impresión que me llevé al descubrir el universo de Mortimer:
“deliciosos son los bosques; ahí no goza la gente, pero gozan los que están libres de pasiones, pues no buscan los placeres”. Liberación o sabiduría y el encuentro con el placer no buscado pueden ser palabras desorbitadas hablando de dibujos, podría rebatir alguien, pero más allá de buscar referentes o ubicar al personaje dentro del mundo de los dibujantes actuales prefiero quedarme con la ensalada de sensaciones que transmite ése mundo inmóvil en el papel o en la pantalla, tan tan tan ágil y entrañable en la mente al mismo tiempo. Y ahí empieza el problema, me piden entre quinientas y seiscientas palabras para hablar de sus dibujos y pienso que no hace falta ninguna porque si una fotografía hace bueno eso de que más vale una imagen que mil palabras, imaginen lo que podría conseguir un dibujo de Mortimer cuando creo que ahora mismo no hay nadie que dibuje como él. ¿Exagerado? Realista (por lo menos conmigo), me sucede como a Gauguin, que admiro a la persona por encima de la obra, porque aquí estamos ante uno de los maravillosos casos en los que mensajero y mensaje se funden como dice el bueno de Manu Larcenet en
los combates cotidianos. Quinientas dos palabras, todas las que sobran son las que espero que les asalten cuando tengan la suerte de perderse en su mundo como un buen día me perdí yo y recordar la calidez de aquellas mañanas lluviosas en las que un
“Ruego disculpe la falta a clase de mi hijo Rafael Romero Matos por encontrarse indispuesto” permitían disfrutar en cama, y como nunca, de un puñado de tebeos.
portfolio mortimeriano en Avantt - Arts Digital Magazine