microphones in the trees: adam beckley

Friday, December 28, 2012

adam beckley


"blank screens of hope, the latest release from the immensely talented and Stourbridge-based ambient artist, Adam Beckley, deserves your undivided attention. the treasure is in the details, as Adam's opaque meditative hymns are comprised of a myriad of textures and shapes that make for an enriching listening experience. in some sections it is unabashedly warm and embracing, while other tracks are more solemn... this might be the best tape yet from Koppklys. much like one holds life delicately, be at ease with this beautiful tape. to be focused on these sounds is tantamount to presenting oneself with a gift." honest bag

 "Adam Beckley, a man who loves grainy, atmospheric music. I have no idea what he uses, be it guitars, be it synth, or maybe field recordings, in his four pieces he adds a fair amount of effects to obscure matters, cloud them, hide them and part erase them and make a drone trip, a cosmic journey of half dream, half sleep music. excellent stuff." vital weekly 

desde que empieza a sonar 'blank screens of hope', desde el primer segundo, sabes que estás ante algo muy especial. de golpe me encuentro con un sentimiento parecido al que me produce la música de Former Selves, una sensación de felicidad y refugio, de familiaridad, de sintonía inmediata. al igual que siempre relacionaré a Paul Skomsvold como esa figura anónima que observa las estrellas a través de un telescopio, a Adam Beckley no puedo evitar imaginarlo con su cara pegada al cristal de una ventana con vistas a la playa, una ventana que parece encuadrar un mar tranquilo después de la lluvia y un atardecer anaranjado. ambos viven en su propio mundo: música de paisajes, de sensaciones, drones, texturas, brumas y sintetizadores que se balancean en un disco al que sólo podría hacerle sombra en evocador 'many moons', esa melancolía y esa dulzura inexplicable que los distingue del resto del mundo. la nitidez ambient de sus cuatro canciones se disuelve con el murmullo de unos sintetizadores que parecen guitarras, tal vez al revés, para elevarse en melodías capaces de hacerte sobrevolar la playa de la portada como si fueras en parapente. suena cursi, pero ésa es la sensación que permanece desde que empieza hasta que acaba. un disco sencillamente precioso y perfecto que una vez disfrutado sólo queda añadir, como mínimo, a la lista que no parece tener fin de los discos favoritos del año.

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