green-house ~ a host for all kinds of life (leaving records, 2023)
sé
que son muchas las veces que utilizo el término "library music" para
describir un disco, y que también son muchas veces las que he dicho a lo
largo de estos años... disco del año, de la vida. pero, es que
Green-House han creado algo demasiado especial y bonito, un mensaje a
modo de protesta pacífica en la que nos invitan a reconectar con la naturaleza. la sinergia entre música, concepto y portada (y library music!) es muy fuerte.
también
sé que el término library music, o "música para plantas", ha estado
revoloteando desde hace ya mucho tiempo y que casi todos nos hemos
enamorado de 'plantasia'. pero en "a host for all kinds of life", Olive y
Michael capturan y evocan la esencia misma de esa época mágica y muy
especialmente de ese disco. en los primeros segundos de "coquina"
(piedra sedimentaria formada a partir de fragmentos de cientos de
organismos, "símbolo de la necesidad de coexistencia en un mismo planeta"
), ya se produce una serenidad indescriptible, una especie de nirvana
emocional a golpe de flautilla cual vinilo marino de Bruton. "desire
path"es preciosa, todas lo son, pero para "castle song" no tengo
palabras..tampoco para la que da título al disco. me viene a la cabeza
Raymond Scott, "crystal waves" de David Casper, "green" de Hiroshi
Yoshimura, pero sobre todo "el planeta olvidado" de Nino Nardini. en
"far more other" y en "everything is okay" caigo redonda: pura melodía y melancolía que revela infinitos detalles cada vez que la escuchas.
grabaciones de campo ("lunar clipper" ese crescendo...uf),
sintetizadores casio ("utopian synth work" dice Olive), piano, theremin,
kalimbas. toda una
demostración de que todavía es necesario envolver las lecciones vitales
con fantasía y sonidos purificantes para creernos los males que nos
acechan, como en los cuentos para niños. aun así, el mensaje
'eco-ambiental' de Michael y Olive sigue siendo de aliento y esperanza. everything is okay. (en su cinta 'Six Songs for
Invisible Gardens' incluían semillas silvestres para que las
esparciéramos. ¿puede haber un detalle más bonito que ese?)
"En una era de caos climático desenfrenado provocado por el hombre, la “solastalgia” (el anhelo y la angustia que experimentan las personas como respuesta al cambio o la degradación ambiental) surgió como un concepto útil y semiviral: un término general para referirse a la sensación generalizada de que el mundo, tal y como lo conocemos, no está bien, y cada vez menos. Pero, para muchos de nosotros, existe un problema, una trampa, un vacío ineficaz en el meollo mismo de este concepto/premisa: ¿cómo podemos lamentar (o incluso sentir la pérdida de) aquello que nunca hemos conocido? Especialmente para los urbanitas de toda la vida alejados de la naturaleza que, sin embargo, comprenden la gravedad y complejidad del problema: ¿cómo podrían recordarlo? ¿Cómo podrían lamentarse? Quizás de manera indirecta, es decir, de manera orientativa y no dogmática, Green-House, un proyecto nacido por Olive Ardizoni y ahora un dúo con su viejo amigo, colaborador y confidente Michael Flanagan, busca abordar esta brecha en comprensión.
Six Songs for Invisible Gardens, el EP debut de Green-House cuyo lanzamiento en 2020 coincidió con el confinamiento de Covid-19, respondió a la angustia desenfrenada de la vida humana y vegetal, especialmente en áreas no rurales. La cinta de cassette incluía semillas de flores silvestres para que el oyente las esparciera. Ese gesto (a la vez simple y en consonancia, especialmente si se considera el elemento logístico) existe como testimonio de la sinceridad y seriedad de las convicciones de Ardizoni. En 2021 siguió Music for Living Spaces, el primer LP de Green-House, un refinamiento de la fórmula que consagró Six Songs como un éxito ecológico y de culto. Lanzado el 13 de octubre de 2023 en Leaving Records, regresaron con el LP A Host For All Kinds of Life, una tercera entrada en una serie de lanzamientos cuyos títulos, por cierto, giraron en torno a la construcción "para": un canon no oficial de propuestas, o quizás más bien instrucciones, sobre cómo la música contenida en él podría y debería actuar en la vida del oyente y en sus “espacios vitales”.
A Host For All Kinds of Life, el disco más expansivo de Green-House (ya solo por el título del LP y la portada caleidoscópica y fractal diseñada por Flanagan), cuestiona la noción misma de “música ambiental” ¿Qué pasa si la aparente delicadeza de una canción constituye su punto mordaz? ¿Qué pasaría si el placer contemplativo y tranquilo pudiera cambiar radicalmente nuestra forma de pensar, nuestro propio papel como sujetos mundanos? Basándose en las obras de Lynn Margulis y nuestra creciente comprensión del papel evolutivo del mutualismo biológico (asociaciones entre especies en las que ambas se benefician), A Host For All Kinds of Life es una suite de canciones profundamente arraigada y con bases políticas. Y, de hecho, aquí hay canciones diferenciadas, con estructura, impulso e influencia definidos; fíjate en el arabesco melódico que evoca los dorados años sesenta de “Everything is Okay” (que, por cierto, termina con la única voz humana del lanzamiento: un tierno mensaje que su madre le dejó a Ardizoni).
Ardizoni habla a menudo del papel tan importante de la alegría: que la existencia misma de Green-House se remonta a una decisión consciente que tomaron no sólo de elegir la alegría como un acto de rebelión, sino también de encontrar esa alegría en cualquier planta a la que pudieran acceder en su entorno más cercano. En este sentido, todos los discos de Green-House (y especialmente A Host for All Kinds of Life) encarnan una radicalidad que puede alejar al oyente casual o primerizo. Elegir, modelar y expresar alegría en un mundo enfermo requiere valentía, una valentía que debe guardarse celosamente y reponerse constantemente. Anima al oyente a reducir el ritmo, hacer un balance, sintonizarse con el mundo que le rodea y reunir coraje y alegría frente a la incertidumbre que se avecina." leaving records
"In
an era of rampant, man-made climate chaos, “solastalgia” (the longing
and distress experienced by individuals as a response to environmental
change/degradation) has emerged as a useful, semi-viral concept — a
catch-all term for the pervasive sense that the world as we know it is
far from well, and only growing less so. But, for many of us, a problem,
a trap, an ineffable hollowness, exists at the very crux of this
concept/premise: how can we mourn (or even sense the loss of) that which
we have never known? Especially for lifelong urbanites estranged from
nature, who nevertheless grasp the severity and complexity of the
problem—how might they remember? How might they mourn? Perhaps
indirectly—that is to say, in an exploratory and non-dogmatic
fashion—Green-House, a project birthed by Olive Ardizoni and now
officially a duo project featuring long-time collaborator and confidant,
Michael Flanagan, seeks to address this gap in understanding.
Six
Songs for Invisible Gardens, the debut Green-House EP whose 2020
release coincided with the depths of Covid-19 “lockdown,” responded to
the rampant heartsickness of human and plant life, especially in
non-rural areas. The packaging of the cassette release famously included
wildflower seeds for the listener to scatter. This gesture (at once
simple and daring, especially when one considers the logistical element)
exists as testament to the sincerity and seriousness of Ardizoni’s
convictions. Music for Living Spaces, the first full-length Green-House
LP, followed in 2021— a refinement of the formula that enshrined Six
Songs as a cult, eco-ambient hit. Out October 13, 2023 on Leaving
Records, they have returned with the LP A Host For All Kinds of Life, a
third entry in a series of releases whose titles have incidentally all
revolved around the “for” construction: an unofficial canon of
offerings, or maybe rather instructions as to how the music contained
therein might, could, and should operate in/on the listener’s life and
“living space(s).
”Decidedly
the most expansive Green-House release — one need only consider the
LP’s title and the kaleidoscopic, fractal cover art designed by
Flanagan—A Host For All Kinds of Life troubles the very notion of
“ambient music,” a category with whom Green-House has always existed in
some degree of tension. What if a song’s seeming softness constitutes
its biting edge? What if easeful, contemplative pleasure can radically
alter our mindset? Our very role as worldly subjects? Drawing on the
works of Lynn Margulis and our burgeoning understanding of the
evolutionary role of biological mutualism (associations between species
in which both species benefit), A Host For All Kinds of Life is a deeply
entrenched and politically grounded song suite. And there are indeed
discrete songs here, with defined structure, momentum, and sway; see the
gilded, sixties-evoking melodic arabesque of the record’s ninth and
penultimate track, “Everything is Okay” (which incidentally ends with
the release’s only human voice—a tender message left for Ardizoni by
their mother).
In
conversation, Ardizoni speaks often of the centrality of joy—that
Green-House’s very existence can be traced to a conscious decision they
made to not only choose joy as an act of rebellion, but to find that joy
in whatever plant life they could access in their immediate
environment. In this sense, all of Green-House’s releases (and A Host
for All Kinds of Life especially) embody a radicality that may elude the
casual or first-time listener. To choose, model, and express joy in an
ailing world requires courage, a courage that must be jealously guarded
and constantly replenished. A Host For all Kinds of Life encourages the
listener to slow down, take stock, tune in to the more-than-human world
around them, and gather their courage and joy in light of the
uncertainty to come."